- Valeria, ¿puede hablarme de su primera reunión con Gianni Di Gregorio para la película Vacaciones de ferragosto?
- Matteo Garrone, el productor de la película, decidió que debía presentarme a Gianni. Cuando era niño, Matteo vivía un piso más abajo del mío, siempre le daba dulces, y fue idea suya que yo tuviera un papel en la primera película. Gianni me llamó para Vacaciones de ferragosto y me dijo: “No te preocupes, di lo que se te ocurra”, y acepté sin dudarlo. La película se rodó en el piso de la madre de Matteo, en Piazza Vittorio, y me sentí muy cómoda. No estaba segura de ser capaz de hacerlo, pero pensé: “¿Por qué no?”.
- ¿Creyó que Vacaciones de ferragosto iba a tener tanto éxito?
- Ni se me pasó por la cabeza. Las tramas más o menos siempre son las mismas: Se conocen, se enamoran y se casan. ¿Quién iba a imaginar que una película con todas esas mujeres mayores comiendo pollo asado y patatas iba a gustar tanto?
- ¿Y su relación con Gianni? ¿Cómo se preparó para GIANNI Y SUS MUJERES?
- La gran diferencia entre Vacaciones de ferragosto y GIANNI Y SUS MUJERES es que no leí el guión de la primera. Fue una improvisación de principio a fin. Me sentaba a comer con las otras señoras y cada día Gianni me decía lo que debía hacer. Leí el guión de GIANNI Y SUS MUJERES y, aunque improvisaba a menudo, me ceñía bastante al diálogo. Me aprendo la escena, pero uso palabras mías. En esta película, vuelvo a ser la madre de Gianni, y Gianni es un hijo muy especial. Nunca pienso que estoy interpretando, vivo la situación. Para mí, es real. Al final de una escena, siempre preguntaba qué tal lo había hecho y todos me decían que muy bien. Por eso seguí adelante.
- ¿Qué se siente al convertirse en actriz a su maravillosa edad?
- Nunca lo imaginé. Recuerdo que, cuando tenía 18 años, Fox Film me llamó para hacerme una prueba. Mi padre, que era abogado, se enteró y se quedó asombrado. No podía entender cómo se atrevían a pedirle a su hija, la hija de un abogado importante, que fuera actriz. Para él, era como si me hubiesen pedido que me prostituyese. Me he convertido en actriz por coincidencia, por amistad, pero me ha hecho muy feliz. No me lo imaginaba. Tampoco esperaba ser tan popular, es increíble. He dado más besos en los últimos dos años que en todos los días de mi vida. Pero lo más asombroso es que los jóvenes me reconocen y para una mujer de mi edad, significa mucho. Hacer cine no es difícil para alguien que ha vivido tanto como yo.
Pero lo mejor es que nunca había trabajado antes. Empecé a trabajar a los 93 años.
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